sábado, 20 de junio de 2009

Poema Maldad publicado en el primer Volumen

Me vino a decir:
que él era el Diablo
que talvez yo
tenía algo de valor para enfrentarlo
con esto, afectó mi pequeño entendimiento
entonces lo escuché:
compartí la mesa y el vino
entró en mi recámara
ojeó el álbum fotográfico
miró los libros, coincidimos en los programas de televisión,
estuvo todo el día
me acompaño a la feria y se rajó
con el queso y el jamón para las onces
jugó con mis hijos
elogió la buena mano de mi esposa
a la hora de cenar
Y al final, antes de marcharse
recordó su identidad, trató de ponerse a esa altura bestial y burlona
en pocos instantes y mirándome fijo
casi olvido todos sus actos cotidianos y familiares
cuando notó mi desconcierto e incomodidad
bajó la vista y cuando la levantó;
de nuevo estaba yo, frente al espejo.

poema 4 del capitulo Rebelion de los Santos

Yo
el desconocido San Jose de la Cacharpaya
caminé tres días por desierto de Atacama
corría el año 1542 y
de noche, a veces, también corría yo
pues el frío es cosa de mierda en estos lares.
Buscaba, al perdido pueblo de la Camanchaca y
tuve visiones, sólo Dios sabe, visiones
con luces, manos que afeitaban mi cara en sueños
carros de fuego, tablas que graficaban, la idea del hombre.
Fueron días y noches febriles
hasta cuatrocientos años después
cerca de Iquique una mujer desnuda me enseño
que en las esquinas y los terminales
la gente te coopera con una monedita para comer.

extracto de la H. Ruralidad de ......


CANTO PRIMERO
La imagen equivocada



Me encargo de recoger, un cuento que agoniza, luz que atraviesa la línea sin ser vista, extraños seres estuvieron a mi lado
La intención es mostrar una provincia, todos edificando su propio monumento, ceremonias de calor y frío

En los alrededores, temprano de mañana ir a coger la fruta convertirse en suelo fruto jugosamente muerto de esto se trata el rito de la breva fresca resbalando.

En un hermoso bosque el sonido de mil almas y la bella mujer deshojando libros

Quiero decir que fuimos, que ya no somos, que los defectos y virtudes se mezclaron, la idealización o el sueño turbio ataco sin desmedro, para veros de carne cuando solo fueron bocanadas de humo muriendo al ascender

Quiero decir: comunicar que pierdo la poca fe que poseía en reuniones que ha nada conducen, de lo otro ya he hablado, círculos que detrás de la sombra aparecen como hilos de juguetes artísticos.

Reseña Literaria

“Hermosa Ruralidad de un Sueño”
DE CARLOS HERNANDEZ AYALA
Por Patricio Serey

En la era de los post-ítsmos en este desencanto general, en donde toda posibilidad de identidad se congela y revuelve en un torbellino orgiástico, viene la pregunta ¿Qué hacer en este reino complejo de múltiples lenguas, de múltiples realidades?
Nada nuevo y todo por hacer.
Especular bajo la sombra del instinto de la poesía pareciera ser una brecha a tomar. Trabajo con el que Carlos Hernández Ayala, (Los Andes, 1973) hace frente a esta “empresa Fantasma” de desenredar el rizoma fragmentado de nuestro origen.

“Pero no estamos aquí, ni este es nuestro lenguaje” o dicho de otra forma, nos convencemos del juego de la fragmentación, como la santísima trinidad multiplicada al infinito, ser mucho mas que eso y nada a la vez, en esta complejísima realidad quizás solo queda reinventarse, como lo propone entre líneas el autor de la Hermosa Ruralidad de un Sueño” reconocerse hibrido e implantado, pero participe de esa belleza cultural que da el mestizaje y la pertenencia a un espacio y paisaje determinados.
Los cuatros espíritus/ igual que las cuatro alamedas/ los cuatro arcoiris/ esta raza descuartizada y solemne/ cuatro los deseos del último discurso/ si preciosa/ yo soy el sabio andrógino…
Proceso complicado y abstracto, multirracial, multicultural, globalizado, pero reinventarse es la consigna, quizá para no morir tan deshabitado, para que nuestra “fe no solo sea un cabo de vela en la animita”
La hermosa ruralidad de un sueño está traspasado por la ambivalencia cultural y racial que nos toca cargar como pueblo conquistado, pero la balanza muchas de las veces se encabrita, se inclina al favor del ultrajado, pero sin extirpar por completo ese sentimiento de culpa del ultrajador. No hemos hecho nada para evitar esto, ni tampoco para vindicar a los oprimidos, pues corremos ambas suertes, nos miramos al espejo y ¿a quien vemos? Como dice Nicanor Parra, solo un embutido de ángel y bestia.



Articulo aparecido en suplemento cultural Planeta Martes
Martes 11 de Septiembre 2007