jueves, 21 de noviembre de 2024

Herencia de una Poética



Extraños caminos pueden abrirse en un mundo estereotipado, hacia la poesía moderna. Carlos Hernández nos presenta su quiebre de mano, su giro doctrinario, nos hace recalar en lo más profundo de la poesía de raíz, por así decirlo. Los poemas de Herencia pertenecen a esa familiar forma de expresión campesina, la manera más coloquial de comunicación ancestral. Puesto que, a partir de los versos en su mayoría octosílabos, ostenta esa matriz lingüística castellana que da forma a la semántica antigua, más bien dicho, a la forma más primigenia de expresión lírica.

La poesía ha acompañado al ser humano desde sus remotos encuentros con el fenómeno de la vida. La expresión simbólica antecede a la expresión meramente comunicacional, o practicidad del lenguaje para referir una situación. Es digámoslo así, la sonoridad interna del ser, posible de elevar la conciencia y dar vida al fenómeno más simple o complejo que envuelve al ser humano. Es entonces necesario ver que todas las lenguas han desarrollado esta máxima voluntad expresiva, o necesidad expresiva, para lo cual se vale de todas las herramientas disponibles en la versión de la lengua en la cual se contiene. Es necesario ver que los versos de Hernández, son en su mayoría, cuartetas de carácter octosílabo, y en parte también asume el verso en décima para contar o relatar. Inclusive, nos presenta un bello texto encuartetado, con una glosa de la tradición popular perdida.

Soy como la paja en la era

Como el trigo en el rastrojo

Soy como el charqui en el fuego

Que en vez de estirar encojo

Lo anterior antecede a toda forma literaria de carácter romántico, de influjo surrealista inclusive de orden vanguardista del siglo XIX. Lo anterior porque esta forma de referirse es propia del mundo versado de lo divino, práctica llegada a Chile inmediatamente posterior a la instalación de la colonia. Dicha llegada se produce a partir de la necesidad de evangelizar de forma práctica a la población mestiza e india, con el influjo de la historia divina de cristo y de los evangelios anteriores. Tal proceso no se podía realizar si no era con la memoria y la musicalidad traspuesta de los instrumentos de la época; vihuelas, guitarrones chilenos, rabeles, guitarras.  Pensado en una población iletrada, solamente quedaba la forma de contar la historia en las famosas décimas espinelas, creadas por   Vicente Espinel en el año 1591. Dicha métrica consistía en 10 versos octosílabos, que permitían en su rima, facilitar la memorización de los ejecutantes y a la vez, eran acompañados de melodías asociadas a la musicalidad raíz de la época.  Luego de esta necesaria explicación, podemos constatar en los versos de Carlos Hernández, una profunda cercanía y un total compromiso con este arte lírico, sobre todo si se trata de una Herencia ligada a los antepasados quienes practicaban tales artes.

Todo lo anterior supone que estamos en presencia de una poesía asentada en la tradición, podríamos afirmar, por uno de los poetas más versátiles y modernos, quizás el más vanguardista de nuestra generación en el Valle de Aconcagua, y en la del país. Un poeta busquilla, de indagación suprema, y que hoy se lanza, ballesta en mano, a rescatar la memoria y sus recodos sonoros con semánticos arpegios costumbristas.


Otra de las peculiaridades de estas Herencias, son las de contar la historia, de transmitir aquellas formas de vida antigua, muy ligadas a la montaña, al quehacer del arriero, en los paisajes de la geografía montañosa. En estas historias sobresale la astucia, la valentía, esa especie de heroica vida anónima que se desarrolla en las altas cumbres. Una vida plagada de sacrificio, pero a la vez de profunda sabiduría, la mayoría de los poemas son característicos de los Versos Autorizados, que implican saber detallar y contar la epopeya de vivir, de saber dar respuesta filosófica a la vida, de darle contenido y contestación. Estos versos corresponden a esos Fundados, y gozan en la tradición de conciencia de altura. Es por ello la grata sorpresa y a la vez la enorme implicancia que tiene este libro en la poesía de Carlos, porque vienen a completar en parte esa entramada producción poética con la cual Hernández se hace a la mar.


Cristian Cruz

Verano, 2023, Jahuel, Aconcagua   




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